La teoría (algo retorcida) del Lomo del Libro

Tal vez algunos recordaran haber leído en este mismo blog La Teoría (algo retorcida) del Libro, y si no es así, los invito a (re)leerla. Pues hoy vengo con una nueva teoría que ahora se concentra en el lomo del libro: ese, a veces, ignorado elemento virtuoso del libro.

Vale la pena destacar que este curioso planteamiento no es de mi creación, aunque sí de mi adaptación. Esta fabulosa idea proviene del singular y gran cronopio, Julio Cortázar. En una carta escrita en 1962 a su editor y gran amigo, Paco Porrúa; Cortázar expresa con maravilloso entusiasmo lo siguiente sobre su próximo libro «Historia de Cronopios y de Famas»:

«Che, de veras eso es un libro. Nada de plaqueta, realmente un libro. Uno lo agarra en la mano y pesa, vale por sí mismo, se defiende. Ha quedado estupendo, y los defectos que pudiera señalarte probablemente los conocés mucho mejor que yo. Protesto por haberme reducido a «J. Cortázar» en el lomo. Qué amarrete es este Minotauro [nombre de la editorial]. Cada vez que miro el libro por el lado del lomo me quedo muy asombrado y me pregunto: ¿Quién será este J. Cortázar? Suena tan raro, no te parece. La culpa es mía por no haberte expuesto mi teoría de que los libros están muy mal definidos por el idioma, y que lo que llaman el lomo no lo es en absoluto sino que es la cara del libro, su parte más importante y más viva. Vos fijate que apenas lo ponés en una biblioteca, lo único que queda del libro es el mal llamado lomo. En realidad los libros se podrían editar con las tapas en blanco (una faja para que el librero pueda lucirlo en la vidriera y que la gente se entere de lo que pasa), y entonces todo el talento del editor, del diagramador y del dibujante concentrados en la cara, o sea en el lomo. ¿No te parece una buena idea?»

Pues, este fragmento quizá pase desapercibido para muchos; pero me intrigó desde un principio porque mientras lo leía recordé que mi gran libro de Walt Whitman, Leaves of Grass, no tiene absolutamente nada en su tapa ni reverso: ¡nada! Solamente en el lomo (al que ahora en honor a Cortázar llamaremos cara) está escrito en unas hermosas y magníficas letras mayúsculas WALT WHITMAN; y me puse a reflexionar que en realidad no es necesario nada más que eso, hay una elegancia indescifrable en esa cara. Lo veo a la distancia en mi biblioteca y aún así lo siento cerca y disponible en cualquier momento, sensaciones que la misma poesía de Whitman me transmite.

Wawi

Decidí hacer undivinos sondeo de cuántos libros con carátula en blanco poseo y me he dado cuenta que tengo la asombrosa cantidad de cuatro: el de Whitman y los tres tomos de la Divina Comedia de Dante (curiosamente, todos me fueron regalados por una persona muy especial). Los tomos de la Divina Comedia son especímenes fascinantes en cuanto a su lomo cara, cada uno se distingue por una franja pequeña de colores en cuyo centro se encuentra su respectivo título, el nombre de Dante y el de los editores; todo en letras doradas. Inferno posee una franja roja; Purgatorio, una verde; y el Paradiso, una celeste. Les juro que ahora los encuentro más hermosos y espléndidos, me encantan. Respiran y salpican vida.

Los tres divinos

Los tres divinos

Este tipo de libros son raros de encontrar. Sin duda, en una época en donde lo visual resulta más esencial que antes, proponerse la tarea de encontrar libros de esta índole (sin tapa definida y con un lomo cara espléndido) resultaría muy difícil aunque estoy dispuesta a ver cuántos me encuentro que sean así.

Este ha sido mi testimonio y el de Cortázar sobre la emancipación del mal llamado lomo. Ya es irrefutable el dicho: «No juzgues a un libro por su portada…» El lomo se hace escuchar y ver, finalmente.

¿Cuántos libros tienes que solamente posean el elegante e imperativo lomo?

NOTAS:

  • Fragmento de carta transcrito de: «Cortázar de la A a la Z», Edición de Aurora Bernárdez y Carles Álvarez Garriga. Editorial Alfaguara. 1a Edición, 2014. Pág. 126.

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