El Marqués de Sade: entre la fantasía, la realidad y el canibalismo

Hablar del Marqués de Sade, en pleno siglo XXI, sigue teniendo cierto grado de polémica especialmente (y lógicamente) en las áreas más conservadoras. Sade representó todo lo erótico, pornográfico y blasfemo de una Francia del siglo XVIII: sus obras expresan la naturaleza más asquerosa y depravada de la sexualidad humana, sobrepasando los límites de los placeres carnales. Las imágenes que sus escritos le proporcionan al lector son tan perturbadoras que Sade se hizo merecedor de un término propio que resumiría todos sus fetiches en una sola palabra: sadismo.

sadismo(De D. A. François, marqués de Sade, 1740-1814, escritor francés): Perversión sexual de quien provoca su propia excitación cometiendo actos de crueldad en otra persona.

Definición del Diccionario de la Real Academia Española

El Marqués de Sade representa la realidad de la nobleza francesa en la época anterior a la famosa Revolución en muchos sentidos. La nobleza de aquel tiempo, obviamente dominada por hombres, se dedicaba a despilfarrar dinero a su gusto, a cumplir sus más grandes fantasías sexuales y a cometer las más grandes blasfemias sin sufrir repercusión alguna. Lo único que diferenciaba a Sade de sus compañeros es que él no pretendía ser alguien que no era, para él, el secretismo era innecesario (es por esto que para muchos nobles Sade era una piedra en el zapato). Sade consideraba que el hombre era por naturaleza malo y que los pobres, los campesinos, las prostitutas debían estar a toda disposición de los nobles; era su trabajo. En Sade no había el mínimo sentido de empatía, era la arrogancia pura. Jugaba a ser ese dios que él tanto repudiaba.

Desde muy pequeño, Sade estuvo consciente de su muy privilegiada posición social y económica. Fue hijo del conde de Sade, Jean-Bastiste François Joseph y una dama de compañía llamada Marie Eleonore de Maille de Carman. Nunca en su hogar, al contrario de la mayoría del pueblo francés, faltó el pan. Veía, asimismo, como su tío paterno, Jacques François Paul Aldonce de Sade, quien también era su tutor, aprovechaba su posición de respetado clérigo ante los ojos de la gente pero en la privacidad de su habitación traicionaba todo código moral, todo principio religioso y aún así, ante el público, tenía una pulcra imagen. Es con esta experiencia que Sade crece sin moralidad alguna, sin sentido de ética o religiosidad pues está plenamente convencido que él puede jugar las cartas a su favor y siempre salirse con la suya. Esa es la filosofía que regirá su vida y sorprendentemente siempre saldrá victorioso: entre múltiples arrestos y exilios lograba arreglárselas manipulando la situación a su conveniencia.

Los escritos del Marqués de Sade son un extraño revoltijo de fetiches sexuales que él mismo maquinaba y practicaba. Su lectura puede resultar placentera para muchos u horriblemente asquerosa para otros (no concibo a un ser humano que al leer 120 Días de Sodoma o Justina no sienta algún tipo de arcadas). Sin embargo, algo es innegable: sea cual sea la reacción siempre se termina leyendo el libro por completo, sea que se tengan náuseas o fascinación, el resultado es el mismo.

Vídeo – Los crímenes sexuales del Marqués de Sade:

Considero a Sade como una figura de la contrarrevolución francesa. No debido a que él se haya expresado en contra del movimiento revolucionario que empezaba a gestarse a finales del siglo XVIII (cosa que nunca hizo) sino porque era la antítesis perfecta de la imagen ilustrada que se tenía del hombre. Este último debe ser, según los ilustrados, racional, pulcro en su actuar, debe fomentar la igualdad, la fraternidad y la libertad a toda costa y, principalmente, el hombre es bueno, no por su moral ni por la religión sino por naturaleza.

Sade era totalmente lo contrario: era sucio, impulsivo, no creía en las reglas y su actuar era egoísta. Creía que la corta existencia del hombre debía estar dedicada a la satisfacción de sus más grandes placeres sin importar las consecuencias.

Lo interesante de Sade y sus obras es que incitan a un debate interminable en donde la misma moralidad es cuestionada. Surgen preguntas como: ¿son sus escritos eróticos o pornográficos? ¿Pueden ser de ambos tipos? ¿Sus obras expresan la verdadera perversidad humana o las percibimos de esa manera por un subjetivo código moral que impera? ¿Qué o quién determina lo que es perverso y lo que es aceptable? ¿Es discutir sobre la sexualidad humana y sus múltiples expresiones un mal necesario o un bien innecesario?

Incluso después de tres siglos, el Marqués de Sade sigue generando debate, fascinación y repudio en el ámbito literario y, me atrevo a decir, en el social. El aclamado escritor francés André Bretón lo llamó el «divino marqués» y Guillaume Apollinaire lo tildó de ser «el espíritu más libre que ha existido».

Es entonces cuando nos cuestionamos: ¿quién es el verdadero esclavo del mundo? ¿Sade por haber sido condenado innumerables veces por su desenfrenado actuar o nosotros por negar constantemente la naturaleza dual buena/mala de la que se compone el ser humano?

Presiento que Sade es el que disfruta de la victoria. Como siempre.

Un perseguidor llamado Julio Cortázar

«[…] La Maga que sonreía sin sorpresa, convencida como yo de que un encuentro casual era lo menos casual en nuestras vidas, y que la gente que se da citas precisas es la misma que necesita papel rayado para escribirse o que aprieta desde abajo el tubo de dentífrico. […]»

– Rayuela, capítulo 1

Hace mucho tiempo dejé de creer en las casualidades. Siempre he pensado que las cosas, los sucesos y las personas que estamos inmersas en ellos (o viceversa) están de alguna forma conectados por un hilo invisible que, llegado su momento, se va haciendo más corto como producto de los enredos de la vida. Y es este mismo hilo el que hace que un día inesperado nos «tropecemos» con personas extraordinarias que irradian historias y que fluyen en su propia viveza, con libros sublimes que al leerlos en voz alta nos producen cierto efecto melifluo.

Y leer Rayuela del gran cronopio Julio Cortázar no ha hecho más que confirmar esta teoría. Esta obra ha sido una gran revelación para mí, un gran viaje en una montaña rusa de emociones desde hace varios años. Me ha hecho crecer no solo como lectora sino también como persona.

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Es inefable el amor que siento por esa novela y más que todo por el etéreo Cortázar. Este hombre estuvo rodeado de cierta magnificencia, su vida fue una cadena de hechos increíbles que a muchos nos gusta llamar vulgarmente «azar». Así lo describía Paco Porrúa, quien fue su editor y uno de sus más grandes amigos:

«[Cortázar] Vivía en un azar seguro, un mundo donde los azares y las coincidencias eran siempre extraordinarias y a la vez comunes. La presencia del azar en la vida de Julio era cotidiana. Todos los días había una señal. Cuando esas señales o signos o epifanías comenzaban a repetirse, parecían formar constelaciones que él llamaba figuras. En una ocasión subió a un taxi en París y se puso a hablar con el chofer. Hablaron sobre el azar. Terminó el viaje y después de esa amable conversación se presentaron mutuamente. El chofer dijo: «Je suis Jules Corta». El otro dijo: «Je suis Jules Corta-Hasard».

Cuando vino a España de Sudamérica o de no sé dónde, le estaban esperando dos escritores españoles. Uno era Rafael Conte; el otro, Félix Grande. Y Julio venía en el «Conte Grande».
Las historias de él con sus cuentos son también extraordinarias. Ya publicado «Todos los fuegos el fuego», donde aparece «Instrucciones para John Howell», le escribió John Howell, de Nueva York, un individuo a quien le había ocurrido el cuento: le habían subido a un escenario y tuvo que escapar.

En Rayuela hay personajes que están escondidos. Hay una Berthe Trépat pianista; un nombre inventado. Ya publicada «Rayuela», o por publicarse, en un periódico de Buenos Aires apareció el reportaje sobre una señora que había ganado el campeonato femenino de ajedrez. Se llamaba Laura… Colicciani… algo así, un apellido italiano. En el reportaje hablaba de su vocación: «Mi verdadera vocación era el piano, la música». Ahora, se llamaba Laura Colicciani, pero en el medio apareció Berta Trepat: Laura Berta Trepat Colicciani. El Berta Trepat estaba escondido ahí, y era la pianista que aparece en Rayuela.»

– Paco Porrúa, entrevista de Carlos Àlvarez (1999) en «Cortázar de la A a la Z»

¡Si su mismo apellido era CortÁZAR!

Hay determinados días – como es usual que este tipo de experiencias sean inusuales – que no puedo dar un paso sin encontrarme con Julio. Aquí, allá, arriba, abajo… Y es con estas vivencias que me convenzo que de alguna manera, uno como devoto lector, se conecta trascendentalmente con sus autores predilectos, ya que siendo los mismos grandes narradores, nos hacen jugarretas en la historia de nuestras vidas.

3990301405_8e7cb79711Hace poco Julito me dio una gran sorpresa. Fui con un par de amigos al Comic-Con que se celebró por tres días en mi país. Cuando vas a este tipo de convenciones pensás en muchas cosas pero literatura latinoaméricana no es una de ellas, al menos en mi caso, y me encuentro con que en la zona de diseñadores hay una artista muy dulce que vendía un único y hermoso acordeón de cartoncillo, hecho por ella misma, que representa en dibujos el virtuoso cuento de Cortázar llamado Axolotl. No pude evitar emocionarme ni reírme, ha sido otras de sus jugarretas… y me iluminó el día con esa serendipia, y al parecer también me iluminó la semana, y si es posible, la vida.

Vulgarmente lo llamaremos azar.

Es así como de vez en cuando me encuentro a Julio rondando por las esquinas de mi vida, y como si no pudiera ser más asquerosamente poético todo esto, nos encontramos, no nos buscamos.

Creo que el próximo cuento que leeré de Cortázar será El Perseguidor, por obvias razones…

La locura desde dos ángulos (3/3): Erasmo de Rotterdam

Tercera y última parte:

Las mujeres y su relación con el humanismo y la religión (2/2)

Prudencia Ayala, ejemplo de valor

Prudencia Ayala, ejemplo de valor

La excusa predominante de los cristianos católicos conservadores para no incluir a la mujer en algún orden sacerdotal es que Jesús instituyó su Iglesia bajo el mandato de Pedro: un hombre (argumento que resulta totalmente inválido puesto que Jesús jamás discriminó por género ni dio estrictas reglas sobre cómo debería de proceder su Iglesia: lo crearon los hombres posteriores a él).

“No obstante, no creo que las mujeres sean tan locas como para enfadarse conmigo por el hecho de que les descubro este defecto, ya que también yo soy mujer y además la mejor de todas ellas, pues soy la Locura. Pensándolo bien, no solamente tienen por qué agraviarse, sino que deben estarme agradecidas. Su locura, precisamente, las hace más felices que los hombres”[1]. Con este párrafo, la Locura parece querer remediar la dureza de las frases anteriores y aceptar su naturaleza femenina en señal de respeto hacia ellas.

Las mujeres siempre han sido moldeadoras del mundo al igual que los hombres. No pretendo dar un punto de vista hembrista ya que afirmar la superioridad de un género determinado es recurrir al sexismo que tantos horrores han causado a lo largo de la historia pero considero importante resaltar el papel de la mujer en todo ámbito posible debido a su constante invisibilización, como por ejemplo en el humanista e intelectual.

El años pasado se dio a conocer la noticia de la primera mujer en ganar el premio Nobel de las Matemáticas (premio que ya habían ganado solamente 52 hombres). La ganadora fue Maryam Mirzakhani, una iraní con un increíble desempeño en la geometría compleja: “Mirzakhani realiza este trabajo por pura curiosidad matemática, para generar más conocimiento. Pero las implicaciones del mismo van más allá, ya que su labor informa a los físicos y podría ayudar a los científicos a entender el origen del universo y la forma en que actúan las partículas subatómicas”[2].

La verdad es que no es impresionante el hecho de que una mujer haya ganado el premio Nobel sino el hecho de que hayan tardado tanto tiempo en reconocer a una. Este es uno de los miles de ejemplos de los importantes aportes que las mujeres otorgan a las distintas ramas del conocimiento. Muchas han ganado el premio Nobel como Gabriela Mistral, Marie Curie… Mujeres, sin duda alguna, asombrosas como es el caso en El Salvador de Prudencia Ayala, la primera mujer en postularse como presidenta en dicho país y en toda Latinoamérica a principios de los años treinta y a quien Carlos Henríquez Consalvi califica como triplemente discriminada: por ser mujer, madre soltera e indígena.

En conclusión, el propósito no es victimizar a la mujer sino emanciparla junto con sus grandes acciones.

Y si tener una grandeza tanto espiritual como intelectual es estar loca pues las mujeres estamos tremendamente locas, ya escribía Erasmo: “La mujer es mujer, es decir loca, sea cual sea el disfraz que adopte”.[3]

Partes anteriores:

Bibliografía:

La locura desde dos ángulos (2/3): Erasmo de Rotterdam

Segunda entrega de mi trilogía de entradas con la primera parte del segundo ángulo basado en «El Elogio de la Locura» de Erasmo. Sean ustedes los jueces:

Las mujeres y su relación con el humanismo y la religión (1/2)

claudia

A lo largo de la historia, las mujeres han formado una parte muy importante en los sucesos y evoluciones de la humanidad en la diversidad de sus aspectos. Sin embargo, también nos hemos visto invisibilizadas e infravaloradas como una simple acompañante del hombre. Frases como: “detrás de un hombre hay una gran mujer” no deberían aplicarse, debería reformase a: “Al lado de un gran hombre hay una gran mujer” puesto que la igualdad de género es sumamente necesaria para el correcto desarrollo de la sociedad. Y la religión no es ninguna excepción, este ámbito es, de hecho, uno de los que más difunden la discriminación hacia la mujer al no aceptar su formación en un sacerdocio, por ejemplo. En tiempos actuales se ha erradicado un poco esta negatividad, no obstante aún hay muchas limitaciones que corregir para llegar a una equidad.

Tomando como base el “Elogio de la Locura” es fácil notar cómo la mujer era vista como un ser irracional y demente, características que actualmente aún se le atribuyen aunque no con tanta frecuencia como antes ni a un nivel tan explícito.

Sin embargo, en la actualidad es más que un hecho afirmar que la mujer es fuente de intelecto, de humanismo y que a pesar de las adversidades puede llegar a cumplir grandes metas religiosas y profesionales si se lo propone pues ahora posee más libertad que en tiempos antiguos.

En el “Elogio de la Locura” el lenguaje directo que emplea Erasmo para referirse a las mujeres es un poco cruel: “La mujer es un animal incapaz y loco como ninguno, pero a la vez cariñoso y servicial; de manera que su compañía en el hogar atempera y endulza la condición varonil […] Cuando alguna mujer quiere pasar por inteligente, solamente pone en evidencia su locura […] pretende cubrirse con apariencias de virtud y talento, no hace más que poner en evidencia sus defectos”[1]

El desprecio con el que la mujer es plasmada limitándola a ser una simple compañera del hombre de carácter sumiso, frágil y demente suena como un insulto. Aunque es necesario dar un vistazo al contexto social en el que Erasmo escribió su obra: el Renacimiento. En esta época el cristianismo era la religión predominante en Occidente, se debilitó un poco debido al creciente antropocentrismo que ensalzó (literalmente y exclusivamente) al hombre gracias a sus virtudes creadoras.

Por el mismo apogeo de la religión cristiana conservadora fue que la mujer era muy subordinada. Debido a la naturaleza patriarcal de dicha doctrina es que a la mujer se le ha culpado de la desgracia de la humanidad y la caída de la misma en el pecado. Toda fémina es vista como la culpable de la locura y la lujuria del hombre. Desde que Eva mordió el fruto prohibido nos vimos condenadas.

Primera parte:

[1] De Rotterdam, Erasmo. (2013). Elogio de la Locura (página 27). 3ª Edición. San Salvador, El Salvador. Editorial Jurídica Salvadoreña.

La locura desde dos ángulos (1/3): Erasmo de Rotterdam

Una de las obras más geniales que he leído ha sido el «Elogio de la Locura» de Erasmo de Rotterdam. El humor negro y satírico que contiene es invaluable y fascinante. Esto me inspiró a escribir valoraciones de la obra desde dos diferentes perspectivas: la locura como la clave para alcanzar la sabiduría y las mujeres y su posición en la religión (específicamente en la cristiana). Les comparto la primera parte de lo que constituye una entrada en formato de trilogía:

La locura y la sabiduría según Erasmo

La locura de Miguel Ángel

La locura de Miguel Ángel

El Elogio de la Locura no es más que una alabanza a la faceta humana que siempre nos será imposible vencer. Para Erasmo, la locura no puede ser separada de la naturaleza humana, aún más, de la mortal pues afirma que los animales son más felices que nosotros por el simple hecho de que ellos siguen sus instintos y su conciencia no está plenamente desarrollada.

Este es el aspecto  que más enfatiza Erasmo en su obra: la sabiduría. Según, la Locura los hombres más felices y apacibles que jamás existirán son los locos, los necios, los ignorantes; caso contrario es el de los que se hacen llamar sabios y filósofos. ¿Por qué Erasmo argumenta semejante cosa? Pues simplemente porque el sabio y filósofo siempre tratará de encontrar soluciones a los problemas, se dedicará a estudiar con fervor los misterios de la Naturaleza sin descanso. El estudioso se torturará a sí mismo por saberlo absolutamente todo (o pretenderlo) y se perderá en debates y discusiones sobre quién tiene la razón.

La perseverancia del sabio provocará, según la Locura, que este se vuelva un antisocial; un aguafiestas empedernido con el cual no se podrá compartir ningún banquete puesto que hablará únicamente sobre la imprudencia que los hombres cometen al dejarse controlar por sus pasiones y su deseos egoístas y no hará más que amargar a los invitados presentes. El loco, en cambio, será capaz de disfrutar con gran alegría dicho banquete y celebrará con todo su entusiasmo la ocasión.

Los teólogos, por ejemplo; son un tipo horrible de seres humanos, dice Erasmo. Buscan explicaciones y principios sin sentido que justifiquen absolutamente todo lo que se encuentra en las Sagradas Escrituras, quitándoles todo la espiritualidad de lo que las mismas están hechas. Los principios espirituales de caridad y sanación son dejados a un lado y el teólogo busca fundamentarlos con un montón de palabrerías y reglas inútiles.

Sin embargo, los sabios que la Locura (y Erasmo también) aborrecen en grado mayor son aquellos que también se hacen llamar religiosos: los obispos, los cardenales, los papas. Lo que la Locura más odia de ellos es su hipocresía: es como estos representantes de Cristo andan difundiendo el mensaje de la paz, la humildad y la caridad cuando ellos en privado despilfarran el dinero, gastan las donaciones en sus privilegios egoístas. La Locura, no obstante, al mismo tiempo, parece compadecerlos y los ve como sus aliados ya que estas acciones son en cierta manera un producto de un grado de locura, aunque de tipo deshonesta (se debe aclarar que la locura de la que hace énfasis Erasmo es la que hace seguir a la persona adelante, la que le quita la timidez y hace que se atreva a realizar grandes retos).

La Locura, a lo largo del libro, busca justificarse y darse la importancia que se merece. Al casi concluir el libro la Locura expone una serie de citas bíblicas que fundamentan su gran relevancia, su presencia en las grandes mentes y en la de los verdaderos sabios y cristianos.

La Locura es un gran ayudante de la persona y en la labor de la misión de Cristo. El loco jamás se atará a las cosas materiales y mundanas; él siempre tomará en cuenta la expresión del espíritu es de vital importancia para la salud mental y física de las personas. La sabiduría no hace más que hacer lo contrario: limita al hombre y lo encarcela, lo convierte en un meditador de la muerte.

El necio siempre en medio de la adversidad y de los estudios, encontrará la manera de divertirse de expresarse plenamente y esto es posible sin dejar de lado los santísimos sacramentos y la caridad, la misma locura hace que esas virtudes sean realizadas con gran sinceridad y desinterés pues el loco verdadero no tiene tiempo de hacer maldad.

Erasmo concluye que esa éxtasis y la negación del total control de la razón sobre la persona con el placer de vivir en la necedad positiva; es una señal de la felicidad futura que vendrá.

La teoría (algo retorcida) del Lomo del Libro

Tal vez algunos recordaran haber leído en este mismo blog La Teoría (algo retorcida) del Libro, y si no es así, los invito a (re)leerla. Pues hoy vengo con una nueva teoría que ahora se concentra en el lomo del libro: ese, a veces, ignorado elemento virtuoso del libro.

Vale la pena destacar que este curioso planteamiento no es de mi creación, aunque sí de mi adaptación. Esta fabulosa idea proviene del singular y gran cronopio, Julio Cortázar. En una carta escrita en 1962 a su editor y gran amigo, Paco Porrúa; Cortázar expresa con maravilloso entusiasmo lo siguiente sobre su próximo libro «Historia de Cronopios y de Famas»:

«Che, de veras eso es un libro. Nada de plaqueta, realmente un libro. Uno lo agarra en la mano y pesa, vale por sí mismo, se defiende. Ha quedado estupendo, y los defectos que pudiera señalarte probablemente los conocés mucho mejor que yo. Protesto por haberme reducido a «J. Cortázar» en el lomo. Qué amarrete es este Minotauro [nombre de la editorial]. Cada vez que miro el libro por el lado del lomo me quedo muy asombrado y me pregunto: ¿Quién será este J. Cortázar? Suena tan raro, no te parece. La culpa es mía por no haberte expuesto mi teoría de que los libros están muy mal definidos por el idioma, y que lo que llaman el lomo no lo es en absoluto sino que es la cara del libro, su parte más importante y más viva. Vos fijate que apenas lo ponés en una biblioteca, lo único que queda del libro es el mal llamado lomo. En realidad los libros se podrían editar con las tapas en blanco (una faja para que el librero pueda lucirlo en la vidriera y que la gente se entere de lo que pasa), y entonces todo el talento del editor, del diagramador y del dibujante concentrados en la cara, o sea en el lomo. ¿No te parece una buena idea?»

Pues, este fragmento quizá pase desapercibido para muchos; pero me intrigó desde un principio porque mientras lo leía recordé que mi gran libro de Walt Whitman, Leaves of Grass, no tiene absolutamente nada en su tapa ni reverso: ¡nada! Solamente en el lomo (al que ahora en honor a Cortázar llamaremos cara) está escrito en unas hermosas y magníficas letras mayúsculas WALT WHITMAN; y me puse a reflexionar que en realidad no es necesario nada más que eso, hay una elegancia indescifrable en esa cara. Lo veo a la distancia en mi biblioteca y aún así lo siento cerca y disponible en cualquier momento, sensaciones que la misma poesía de Whitman me transmite.

Wawi

Decidí hacer undivinos sondeo de cuántos libros con carátula en blanco poseo y me he dado cuenta que tengo la asombrosa cantidad de cuatro: el de Whitman y los tres tomos de la Divina Comedia de Dante (curiosamente, todos me fueron regalados por una persona muy especial). Los tomos de la Divina Comedia son especímenes fascinantes en cuanto a su lomo cara, cada uno se distingue por una franja pequeña de colores en cuyo centro se encuentra su respectivo título, el nombre de Dante y el de los editores; todo en letras doradas. Inferno posee una franja roja; Purgatorio, una verde; y el Paradiso, una celeste. Les juro que ahora los encuentro más hermosos y espléndidos, me encantan. Respiran y salpican vida.

Los tres divinos

Los tres divinos

Este tipo de libros son raros de encontrar. Sin duda, en una época en donde lo visual resulta más esencial que antes, proponerse la tarea de encontrar libros de esta índole (sin tapa definida y con un lomo cara espléndido) resultaría muy difícil aunque estoy dispuesta a ver cuántos me encuentro que sean así.

Este ha sido mi testimonio y el de Cortázar sobre la emancipación del mal llamado lomo. Ya es irrefutable el dicho: «No juzgues a un libro por su portada…» El lomo se hace escuchar y ver, finalmente.

¿Cuántos libros tienes que solamente posean el elegante e imperativo lomo?

NOTAS:

  • Fragmento de carta transcrito de: «Cortázar de la A a la Z», Edición de Aurora Bernárdez y Carles Álvarez Garriga. Editorial Alfaguara. 1a Edición, 2014. Pág. 126.

Walt Whitman: el mesías de América.

«¿Qué me contradigo?
Sí, me contradigo. Y ¿qué?
(Yo soy inmenso……
y contengo multitudes.)»

Canto a Mí Mismo, Walt Whitman

walt-whitmanDespués de dos meses de una casi eterna ausencia y nula inspiración en la que ningún escrito me satisfacía por más que lo intentara (ya dicen por ahí que ni los zapatos entran a la fuerza). Sin embargo, consumida por mis deberes cotidianos; me encontré placenteramente redescubriendo la poesía y prosa de un hombre excepcional y desconcertante: Walt Whitman.

Cuando comencé a leer a Whitman hace unos tres años, me sorprendió la sublimidad de su expresión y el idealismo que en ella plasmaba. No obstante, no fue hasta hace poco que empecé a realmente interpretar sus melodías escritas desde otro enfoque (el cual no es desde un telescopio, más bien desde un caledoscopio) y a dejar que las mismas entrasen en lo más profundo de mi ser como un buen baño fresco y reconfortante para el espíritu.

Así que en honor a este titán los invitó y las invitó a un breve recorrido por los que yo considero los puntos más benevolentes, mesiánicos y conmovedores de Whitman:

  • CELÉBRATE A TI MISMO.

Whitman siempre tuvo fe en las personas y él cumplió el mandamiento de «ama a tu prójimo como a ti mismo» mejor que algún religioso extremadamente devoto. Whitman amó: amó a la prostituta, al esclavo, al vendedor de esclavos, al asesino, al juez, a la mujer, al hombre… Amó hasta el dolor y celebró la vida con sus trivialidades, sus preocupaciones y sus alegrías. Él clamaba la unidad, la indivisibilidad de la humanidad: Tú, yo, nosotros somos uno:

«Me celebro y me canto a mí mismo.
Y lo que yo diga ahora de mí, lo digo de ti,
porque lo que yo tengo lo tienes tú
y cada átomo de mi cuerpo es tuyo también».

Canto a Mí Mismo

Este amor que Whitman expresa no solamente es a nivel espiritual sino que se manifiesta a un nivel físico con una intensidad y pasión abrumadora:

«¡Oh, cuerpo mío!, no me atrevo a abandonar a tus semejantes en otros hombres y otras mujeres, ni a los semejantes de las partes que te componen;
Creo que tus semejantes perdurarán o morirán con los semejantes del alma (y que son el alma),
(…)
Cabeza, cuello, pelo, orejas, lóbulo y tímpano de la oreja,
Ojos, pestañas, iris del ojo, cejas y la vigilia o sueño de los párpados,
Boca, lengua, labios, dientes, paladar, mandíbulas y articulaciones de las mandíbulas,
Nariz, aletas de la nariz y tabique,
Mejillas, sienes, frente, mentón, garganta, nuca, forma del cuello,
Fuertes hombros, barba viril, omóplatos, espalda, y el ámbito del pecho…»

Yo Canto al Cuerpo Eléctrico

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  • LA INMORTALIDAD.

La eternidad de la vida fue un tema casi central en la poesía de Whitman. Nuestro poeta buscaba justificar la vida mortal con la inmortalidad, él aseguraba que los seres humanos no sólo viviríamos una efímera existencia en carne y huesos sino que hay algo trascendental en nosotros que perduraría para todos los tiempos:

«I swear I think now that everything without exception has an
eternal Soul!
The trees have, rooted in the ground! the weeds of the sea have!
the animals!

I swear I think there is nothing but immortality!
That the exquisite scheme is for it, and the nebulous float is
for it, and the cohering is for it;
And all preparation is for it! and identity is for it! and life
and materials are altogether for it!»

To Think of Time

  • LA UNIDAD, LA SOLIDARIDAD Y EL PATRIOTISMO.

Uno de los ideales de Whitman era la unidad total de la humanidad: una utopía demasiado hermosa. Esta unidad no significa que todas las personas del mundo se conozcan mutuamente (esto sería aún más imposible), significa la práctica de una aceptación y un cariño libre de prejuicios para y con los demás, enfatizo en ese demás porque es un concepto extremadamente amplio si a Whitman nos referimos, ese demás son todos y cada uno de los seres que se cruzan por tu camino aunque sea por un nanosegundo:

«¡Desconocido que pasas! No sabes con cuánto ardor te contemplo,
Debes ser el que busco, o la que busco (esto me viene como en sueños),
Seguramente he vivido contigo en alguna parte una vida de gozo,
(…)
No debo hablarte, debo pensar en ti cuando esté sentado solo o me despierte solo en la noche,
Debo esperar, no dudo que te encontraré otra vez,
Debo cuidar de no perderte».

A Un Desconocido

Esta unidad y empatía sería traducida posteriormente en una solidaridad increíble e ilimitada en la que el sacrificio sería la regla. Whitman fue un ejemplo viviente de este principio, dedicó gran parte de su vida a cuidar enfermos y heridos de guerra mientras él sufría solitariamente en su hogar debido al dolor que le provocaba ver a su paisanos atacarse entre sí en la Guerra Civil estadounidense, aún sabiendo que de alguna forma son hermanos.

Incluso publica un escrito llamado «Preparación para Mis Visitas» contenido en «Specimens Days» un conjunto de textos y descripciones de sus experiencias sobre la guerra y otras temáticas que agregó posteriormente a una de sus miles de ediciones de «Hojas de Hierba», su gran evangelio:

«En mis visitas al hospital me di cuenta que era una simple cuestión de presencia personal, y la emanación de una alegría ordinaria y magnetismo (…) Mi costumbre era prepararme empezando con uno de esos paseos diurnos o nocturnos por unas cuatro o cinco horas, me fortalecía a mí mismo con un descanso previo, un baño, ropas limpias, una buena comida, y una apariencia de lo más entusiasta posible».

Tristemente Whitman, a pesar de vivir rodeado de multitudes debido su espíritu solidario; muy en el fondo siempre fue un hombre muy solitario que prefería esconder sus tristezas para sí mismo. Su homosexualidad en una época aún cerrada e intolerante debió ser igualmente dura. Quizá debido a sus múltiples heridas era que prefería no aferrarse a un amor único hacia una persona. Él cargaba su propia cruz mientras cargaba las de los demás también:

«A veces, con alguien que amo me lleno de
ira por temor a prodigar
amor no correspondido,
Pero ahora creo que no hay amor no
correspondido, la retribución es
segura, de uno u otro modo,
(Amé ardientemente una persona y mi
amor no fue correspondido,
Sin embargo, aquel amor ha hecho que
escriba estos cantos».

A veces, con alguien que amo

WaltWhitman-Camden1891

«Sobre él, a quien amo día y noche, soñé que me enteraba que estaba muerto;
y soñé que yo iba a donde habían enterrado al que amo – pero él no estaba en ese lugar;
y soñé que yo vagaba, buscando entre las tumbas, para encontrarlo;
y me daba cuenta de que todos los lugares eran tumbas;
las casas llenas de vida estaban igualmente llenas de muerte (como esta casa ahora)…»

Sobre él, a quien amo día y noche

Vale la pena destacar que el patriotismo de Whitman no se limita a sus queridos Estados Unidos, sino al universo entero en sí. Él se consideraba un cosmopolita, un delirante ciudadano del mundo con un sentido profético:

«I see not America only—I see not only Liberty’s nation, but other nations preparing;
I see tremendous entrances and exits—I see new combinations—I see the solidarity of races;
I see that force advancing with irresistible power on the world’s stage; 
(Have the old forces, the old wars, played their parts? are the acts suitable to them closed?)
I see Freedom, completely arm’d, and victorious, and very haughty, with Law on one side, and Peace on the other…»

Years of  the Modern

  • WHITMAN, EL AMIGO.

Considero esta la virtud más importante de Whitman:  su incondicional amistad. Cuando leo las líneas de Whitman encuentro en ellas un apoyo y aliento muy personal, una fraternidad y lealtad que solo se encuentra en la amistad verdadera. Whitman te trata de manera cautivadora, cálida y te susurra: estoy contigo, no te desanimes. Es un amor del extraño que resulta hermosamente reconfortante, es como un tierno abrazo en momentos de soledad y alegría.

¡Whitman, eres un gran amigo! Celebro nuestra amistad, querido hermano.

«¿Por qué habría de temer confiarme a ti?

No temo, he sido bien introducido por ti,

Amo el rico día raudo, mas no abandono a aquella en que yací tan largamente,

No sé cómo he venido de ti y no sé adónde voy contigo, pero sé que vine bien y he de irme bien».

Los durmientes

«Si no me encuentras en seguida,
no te desanimes;
si no estoy en aquel sitio,
búscame en otro.
Te espero,
en algún sitio estoy esperándote».

Canto a mí mismo

walt-whitman (1)

Creo, sin lugar a dudas, que si a Whitman le hubiesen ofrecido ser crucificado por nuestros pecados y sufrimientos, él hubiese aceptado plácidamente a pesar del miedo.

«No llores, niña mía,
No llores, querida mía;
con estos besos deja que borre tus lágrimas»

Por la noche en la playa

NOTA:

  • Algunos fragmentos de poemas no están traducidos debido a que no encontré traducciones al español muy fidedignas. Por ende, preferí dejarlo en su idioma original. Disculpas por eso.