La locura desde dos ángulos (1/3): Erasmo de Rotterdam

Una de las obras más geniales que he leído ha sido el «Elogio de la Locura» de Erasmo de Rotterdam. El humor negro y satírico que contiene es invaluable y fascinante. Esto me inspiró a escribir valoraciones de la obra desde dos diferentes perspectivas: la locura como la clave para alcanzar la sabiduría y las mujeres y su posición en la religión (específicamente en la cristiana). Les comparto la primera parte de lo que constituye una entrada en formato de trilogía:

La locura y la sabiduría según Erasmo

La locura de Miguel Ángel

La locura de Miguel Ángel

El Elogio de la Locura no es más que una alabanza a la faceta humana que siempre nos será imposible vencer. Para Erasmo, la locura no puede ser separada de la naturaleza humana, aún más, de la mortal pues afirma que los animales son más felices que nosotros por el simple hecho de que ellos siguen sus instintos y su conciencia no está plenamente desarrollada.

Este es el aspecto  que más enfatiza Erasmo en su obra: la sabiduría. Según, la Locura los hombres más felices y apacibles que jamás existirán son los locos, los necios, los ignorantes; caso contrario es el de los que se hacen llamar sabios y filósofos. ¿Por qué Erasmo argumenta semejante cosa? Pues simplemente porque el sabio y filósofo siempre tratará de encontrar soluciones a los problemas, se dedicará a estudiar con fervor los misterios de la Naturaleza sin descanso. El estudioso se torturará a sí mismo por saberlo absolutamente todo (o pretenderlo) y se perderá en debates y discusiones sobre quién tiene la razón.

La perseverancia del sabio provocará, según la Locura, que este se vuelva un antisocial; un aguafiestas empedernido con el cual no se podrá compartir ningún banquete puesto que hablará únicamente sobre la imprudencia que los hombres cometen al dejarse controlar por sus pasiones y su deseos egoístas y no hará más que amargar a los invitados presentes. El loco, en cambio, será capaz de disfrutar con gran alegría dicho banquete y celebrará con todo su entusiasmo la ocasión.

Los teólogos, por ejemplo; son un tipo horrible de seres humanos, dice Erasmo. Buscan explicaciones y principios sin sentido que justifiquen absolutamente todo lo que se encuentra en las Sagradas Escrituras, quitándoles todo la espiritualidad de lo que las mismas están hechas. Los principios espirituales de caridad y sanación son dejados a un lado y el teólogo busca fundamentarlos con un montón de palabrerías y reglas inútiles.

Sin embargo, los sabios que la Locura (y Erasmo también) aborrecen en grado mayor son aquellos que también se hacen llamar religiosos: los obispos, los cardenales, los papas. Lo que la Locura más odia de ellos es su hipocresía: es como estos representantes de Cristo andan difundiendo el mensaje de la paz, la humildad y la caridad cuando ellos en privado despilfarran el dinero, gastan las donaciones en sus privilegios egoístas. La Locura, no obstante, al mismo tiempo, parece compadecerlos y los ve como sus aliados ya que estas acciones son en cierta manera un producto de un grado de locura, aunque de tipo deshonesta (se debe aclarar que la locura de la que hace énfasis Erasmo es la que hace seguir a la persona adelante, la que le quita la timidez y hace que se atreva a realizar grandes retos).

La Locura, a lo largo del libro, busca justificarse y darse la importancia que se merece. Al casi concluir el libro la Locura expone una serie de citas bíblicas que fundamentan su gran relevancia, su presencia en las grandes mentes y en la de los verdaderos sabios y cristianos.

La Locura es un gran ayudante de la persona y en la labor de la misión de Cristo. El loco jamás se atará a las cosas materiales y mundanas; él siempre tomará en cuenta la expresión del espíritu es de vital importancia para la salud mental y física de las personas. La sabiduría no hace más que hacer lo contrario: limita al hombre y lo encarcela, lo convierte en un meditador de la muerte.

El necio siempre en medio de la adversidad y de los estudios, encontrará la manera de divertirse de expresarse plenamente y esto es posible sin dejar de lado los santísimos sacramentos y la caridad, la misma locura hace que esas virtudes sean realizadas con gran sinceridad y desinterés pues el loco verdadero no tiene tiempo de hacer maldad.

Erasmo concluye que esa éxtasis y la negación del total control de la razón sobre la persona con el placer de vivir en la necedad positiva; es una señal de la felicidad futura que vendrá.

4 comentarios en “La locura desde dos ángulos (1/3): Erasmo de Rotterdam

  1. Francisco Osegueda dijo:

    Es interesante la idea de alabar la locura, y la de señalar la religión cristiana como una locura y considerarlo positivo, mientras se critica la locura de quienes pretenden ser sabios siendo locos, de seguro ha leído a Sócrates, quién tan solo sabía que no sabía nada.

    Un buen artículo para empezar el año, será interesante esperar el otro ángulo y la otra parte… ¿Una conclusión? ¿Se puede concluir la locura?¿O será un tercer ángulo? De todos modos ningún triangulo está completo sin el tercero… pero no me hagas caso, tan solo soy un loco, como todos.

    • Tania Bello dijo:

      Tranquilo, entre locos nos entendemos 🙂
      La verdad es que es un libro muy interesante. Te lo recomiendo.

      Ya puedes chequear la primera parte del segundo ángulo en la segunda entrega.
      ¡Saludos, Francisco!

  2. mariapanama dijo:

    Me parece, intuyo, que deberá referirse el Autor, al respecto de este tipo de Locura, al Arte, pues, es donde se encuentra la genialidad del sabio y la locura del necio, de ahí los Grandes Genios del Arte, que sin descollar en estudios científicos precisamente, han logrado dejar sentada la grandeza del Hombre desde sus más profundas honduras espirituales y también, materiales, pues el uso de soportes de todo tipo para plasmar su inspiración, involucran el conocimiento cabal de los mismos y la chispa de locura, las posibilidades inesperadas que brinda el genio en su afán de expresión…

    • Tania Bello dijo:

      Hola, María. Muchas gracias por comentar. Me parece muy acertado tu punto de vista, la verdad es que el arte es la más grande expresión humana. Con el arte se da a conocer la genialidad y locura obsesiva del humano.

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